Fiebre en bebés: qué hay que hacer - Mi bebé y yo

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“Breve Historia del Neoliberalismo” (2007) de David Harvey. Apuntes y brevísima valoración del libro

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APUNTES DEL LIBRO
El libro se divide en 7 partes más una introducción donde se declara que el objetivo será articular “un relato político-económico del origen de la neoliberalización y del modo en que ha proliferado de manera tan generalizada a escala mundial.”, además de que se da una pequeña sinopsis del contenido de las 7 partes. A continuación sintetizaré algunas ideas que me parecieron interesantes de cada una de las partes del libro, y citaré latamente en algunos casos.
I.- La libertad no es más que una palabra
La descripción en Google Books nos “spoilea” la tesis central que revela en la mitad del desarrollo de esta primera parte y que intentará demostrar en las partes subsecuentes. De aquella cito:
> Lejos de tratarse de una adaptación natural y de una respuesta técnicamente neutra a las dificultades experimentadas por las economías occidentales y por las estrategias de desarrollo del Sur global tras la crisis de la década de 1970, David Harvey demuestra cómo el neoliberalismo fue una contundente y articulada respuesta política concebida por las clases dominantes globales para disciplinar y restaurar los parámetros de explotación considerados "razonables" tras la onda de luchas que recorrieron el planeta tras la Segunda Guerra Mundial.
El análisis basado en clases es la herramienta omnipresente en el libro de Harvey para decir que el porqué del neoliberalismo como doctrina empujada por ciertas elites es “para lograr la restauración del poder de clase”. Sin embargo, aunque las “clases” en su exposición funcionan dicotómicamente en tensión de opuestos como corresponde a la tradición, ello no significa que utilice la noción marxista anticuada de “burguesía” como “industrialistas” que buscan acumular capital, sino que es cuidado en tratar sobre cómo ha habido desde los 80 una resignificación en el poder de las clases privilegiadas: el accionista pasa de ser primario a ser secundario frente a los especuladores de Wall Street.
Ahora bien, lejos de plantear su tesis de la restauración de clases de modo simplista centrado únicamente por el interés anglosajón Harvey considera que:
> (…) Estados Unidos no obligó a Margaret Thatcher a adentrarse en la inexplorada senda neoliberal en 1979. Como tampoco obligó a China, en 1978, a emprender el camino hacia la liberalización. Los restringidos movimientos hacia la neoliberalización de India en la década de 1980 y de Suecia a principios de la de 1990, no pueden atribuirse fácilmente al alcance imperial del poder estadounidense.
> Evidentemente, el desarrollo geográfico desigual del neoliberalismo a escala mundial, ha sido un proceso de gran complejidad que ha entrañado múltiples determinaciones y no poco caos y confusión.
Esto es importantísimo tenerlo a la vista, ya que en las partes siguientes el relato se centrada en la multiplicidad de causalidades para que un Estado adhiera libre y muchas veces no tan libremente al ideario neoliberal. El caso de Chile por su violencia no es la norma para el autor.
En esta primera parte se define al “neoliberal”:
> Los miembros del grupo se describían como “liberales” (…) debido a su compromiso fundamental con los ideales de la libertad individual. La etiqueta neoliberal señalaba su adherencia a los principios de mercado libre acuñados por la economía neoclásica, que había emergido en la segunda mitad del siglo XIX (gracias al trabajo de Alfred Marshall, William Stanley Jevons, y Leon Walras) para desplazar las teorías clásicas de Adam Smith, David Ricardo y, por supuesto, Karl Marx. No obstante, también se atenían a la conclusión de Adam Smith de que la mano invisible del mercado era el mejor mecanismo para movilizar, incluso, los instintos más profundos del ser humano como la glotonería, la gula y el deseo de riqueza y de poder en pro del bien común. Así pues, la doctrina neoliberal se oponía profundamente a las teorías que defendían el intervencionismo estatal, como las de John Maynard Keynes, que ganaron preeminencia en la década de 1930 en respuesta a la Gran Depresión.
Posguerra, a partir de los 50 hasta los 70-80 el tipo de ideología dominante en los Estados occidentales era el “liberalismo embridado”, el cual constreñía el capital y le daba cierta fuerza al Estado. Lamentablemente desde Hayek comenzó un ataque ideológico férreo contra la regulación y, haciéndose eco de Polanyi, Harvey citará al austrohúngaro:
> La planificación y el dirigismo son acusados de constituir la negación de la libertad. La libre empresa y la propiedad privada son declaradas partes esenciales de la libertad, y se dice que una sociedad no constituida sobre estos pilares no merece el nombre de libre. La libertad creada por la reglamentación es denunciada como una no libertad. La justicia, la libertad y el bienestar que esta reglamentación ofrece, son criticadas como un disfraz de la esclavitud.
> La idea de libertad «degenera, pues, en una mera defensa de la libertad de empresa» que significa «la plena libertad para aquellos cuya renta, ocio y seguridad no necesitan aumentarse y apenas una miseria de libertad para el pueblo, que en vano puede intentar hacer uso de sus derechos democráticos para resguardarse del poder de los dueños de la propiedad». Pero si, tal y como siempre es el caso, «no es posible sociedad alguna en la que el poder y la compulsión estén ausentes, ni un mundo en el que la fuerza no desempeñe ninguna función», entonces, la única forma de que esta visión liberal utópica pueda sostenerse es mediante la fuerza, la violencia y el autoritarismo.
II.- La construcción del consentimiento
> La apelación a las tradiciones y a los valores culturales fue muy importante en este proceso. Un proyecto manifiesto sobre la restauración del poder económico en beneficio de una pequeña elite probablemente no cosecharía un gran apoyo popular. Pero una tentativa programática para hacer avanzar la causa de las libertades individuales podría atraer a una base muy amplia de la población y de este modo encubrir la ofensiva encaminada a restaurar el poder de clase. (…) ¿Cómo, entonces, negoció este giro el neoliberalismo para desplazar de manera tan arrolladora al liberalismo embridado? En algunos casos, la respuesta descansa en buena medida en el uso de la fuerza (ya sea militar, como en Chile, o financiera, como ocurre a través de las operaciones del FMI en Mozambique o en Filipinas). La coerción puede producir una aceptación fatalista, incluso abyecta, de la idea de que no había ni hay “alternativa”, tal y como Margaret Thatcher continúa insistiendo. La construcción activa de consentimiento también ha variado de un lugar a otro.
Para el geógrafo y teórico social inglés la manera en que la neoliberalización penetró en el sentido común popular fue parasitando en todos los movimientos políticos que sostuvieran que las libertades individuales son sacrosantas. En ese sentido, por ejemplo, tuvo en la mira el movimiento del 68 o el de libertad de expresión en Berkeley, y logró mercantilizar los estilos de vida, modos de expresión y una amplia gama de prácticas culturales que buscaban los movimientos estudiantiles manifestar, lo cual lamentablemente “Los movimientos de izquierda no fueron capaces de reconocer o de confrontar, y mucho menos de trascender, la tensión inherente entre la búsqueda de libertades individuales y la justicia social.”
Posteriormente en esta parte describirá más a fondo los casos del giro neoliberal en Estados Unidos (Reagan) y Gran Bretaña (Thatcher) en los 70 a 80. En el primer caso describe como Nueva York fue la “ciudad modelo” que sería punta de lanza neoliberal:
> El sistema del bienestar corporativo sustituyó al sistema del bienestar para la población. Las instituciones de elite neoyorquinas fueron movilizadas para vender la imagen de la ciudad como centro cultural y destino turístico (…). Las elites dominantes cambiaron de opinión, a menudo con reticencias, para apoyar la apertura del campo cultural a todo tipo de corrientes cosmopolitas diversas. La exploración narcisista del yo, la sexualidad y la identidad se convirtieron en el leitmotiv de la cultura urbana burguesa. La libertad y la licencia artísticas promovidas por las poderosas instituciones culturales de la ciudad condujeron, en efecto, a la neoliberalización de la cultura. (…) Las elites de la ciudad accedieron, aunque no sin batallar, a la demanda de diversificación de los estilos de vida (…) y crecieron las opciones de consumo alternativo especializado (en áreas como la producción cultural).
En el caso británico se describe cómo “A través de los medios de comunicación circulaban fuertes corrientes críticas (…), que cada vez estaban más subordinadas a los intereses financieros. El individualismo, la libertad y los derechos se describían como términos opuestos a la asfixiante ineptitud burocrática del aparato estatal y al opresivo poder sindical. Estas críticas se generalizaron por todo el país a lo largo de la década de 1960 y se hicieron todavía más enérgicas durante los días grises del estancamiento económico que marcó la década de 1970. La gente temió entonces que Gran Bretaña se estuviera convirtiendo en un «Estado corporativista, abocado a una gris mediocridad»”.
El consentimiento se torna ideología hegemónica en función que ya para Clinton como Blair siendo de “izquierda” su margen de maniobra es tan limitado que no tuvieron otra que ser continuadores del proceso de restauración del poder de clase.
III.- El Estado neoliberal
Junto con la parte I considero que esta es la parte que se describe todo más desde un punto de vista global teórico y menos se dedica al caso a caso. Si es por leer solamente ciertas partes del libro recomienda ésta tercera y la primera. Sus secciones son muy buenas como para hacer justicia en unos pocos párrafos y se ordenan muy sistemáticamente desde “El Estado neoliberal en teoría”, “Tensiones y contradicciones [del neoliberalismo]”, “El Estado neoliberal en la práctica” y “La respuesta neoconservadora”. Por ejemplo, la última sección es clave para entender cómo José Antonio Kast no es adecuado denominarlo “neoliberal”, sino que “neoconservador”. In nuce, ¿qué dice el neoliberalismo sobre el Estado?
> De acuerdo con la teoría, el Estado neoliberal debería favorecer unos fuertes propiedad privada individual, el imperio de la ley, y las instituciones del libre mercado y derechos de libre comercio. Estos son los puntos de acuerdo considerados esenciales para garantizar las libertades individuales. El marco legal viene definido por obligaciones contractuales libremente negociadas entre sujetos jurídicos en el mercado. La inviolabilidad de los contratos y el derecho individual a la libertad de acción, de expresión y de elección deben ser protegidos. El Estado, pues, utiliza su monopolio de los medios de ejercicio de la violencia, para preservar estas libertades por encima de todo.
> Los teóricos del neoliberalismo albergan, sin embargo, profundas sospechas hacia la democracia. El gobierno de la mayoría se ve como una amenaza potencial a los derechos individuales y a las libertades constitucionales. (…) Los neoliberales tienden, por lo tanto, a favorecer formas de gobierno dirigidas por elites y por expertos. Existe una fuerte preferencia por el ejercicio del gobierno mediante decretos dictados por el poder ejecutivo y mediante decisiones judiciales en lugar de mediante la toma de decisiones de manera democrática y en sede parlamentaria. Los neoliberales prefieren aislar determinadas instituciones clave, como el banco central, de las presiones de la democracia. Dado que la teoría neoliberal se concentra en el imperio de la ley y en la interpretación estricta de la constitucionalidad, se infiere que el conflicto y la oposición deben ser dirimidos a través de la mediación de los tribunales. Los individuos deben buscar las soluciones y los remedios de todos los problemas a través del sistema legal.
Esto explica la preferencia que ha mostrado la derecha chilena por recurrir al Tribunal Constitucional para trabar leyes discutidas y aprobadas democráticamente en el parlamento, además de que se deja todo a judicialización en vez de hacer leyes para controlar excesos, por ejemplo como ocurre que sostenidamente en el tiempo hay casos judiciales contra las Isapres por subidas de precio en planes, en vez de hacer leyes que regulen mejor ese “mercado”.
Sobre tensiones y contradicciones para la teoría neoliberal: Es difícil tratar con el poder monopolista, ya que normalmente la competencia desemboca en oligopolios, dado que “los grandes se comen a los chicos”, a su vez que se ponen barreras sustanciales a la entrada de competidores, lo cual va contra la competencia y que el Estado debe, por consiguiente, regular. Por otra parte es una dificultad el hecho de que el sistema de producción no maneja adecuadamente con las externalidades como la contaminación, por tanto se necesita cierto marco regulatorio de parte del Estado. Otra tensión es que:
> Para protegerse frente a sus grandes miedos -el fascismo, el comunismo, el socialismo, el populismo autoritario e incluso el gobierno de la mayoría-, los neoliberales tienen que poner fuertes límites al gobierno democrático y apoyarse, en cambio, en instituciones no democráticas ni políticamente responsables (como la Reserva Federal o el FMI) para tomar decisiones determinantes. Ésto crea la paradoja de una intensa intervención y gobierno por parte de elites y de “expertos” en un mundo en el que se supone que el Estado no es intervencionista.
Ahora bien, estas tensiones conllevan que la implementación de la teoría a la práctica sea ajustada a las distintas realidades locales e involucra que el Estado, a pesar de publicitarse como mínimo e inútil, tiene su correspondiente tamaño y es esencial para el funcionamiento de la doctrina: “(…) El neoliberalismo no torna irrelevante al Estado ni a instituciones particulares del Estado (como los tribunales y las funciones policiales), tal y como algunos analistas tanto de derechas como de izquierdas han argumentado. Sino que más bien, y con el objeto de hacerlo más funcional a sus propios intereses, producen una reconfiguración radical de las instituciones y de las prácticas estatales (en particular respecto al equilibrio entre la coerción y el consentimiento, entre el poder del capital y de los movimientos populares, y entre el poder ejecutivo y judicial, por un lado, y los poderes de la democracia representativa por otro). El neoconservadurismo es la ideología post-neoliberal que emerge para luchar contra las contradicciones centrales neoliberales.
> Si «no existe eso que llamamos sociedad, sino únicamente individuos», tal y como Thatcher lo formulara en un principio, entonces, el caos de los intereses individuales puede con facilidad acabar prevaleciendo sobre el orden. (…) Incluso, puede conducir a una ruptura de todos los vínculos de solidaridad y a un estado próximo al anarquismo social y el nihilismo. (…) Frente a esta situación, parece necesario implantar cierto grado de coerción social en aras a restaurar el orden. Por lo tanto, los neoconservadores hacen hincapié en la militarización en tanto que antídoto al caos de los intereses individuales. Por esta razón son mucho más propensos a llamar la atención sobre las amenazas, ya sean reales o imaginarias, y tanto domésticas como provenientes del exterior, a la integridad y a la estabilidad de la nación.
IV.- Desarrollos geográficos desiguales / V.- Neoliberalismo con características chinas
Es fácil concluir que estas dos partes responden a una misma intención del autor, a saber, construir un relato del camino hacia la hegemonía neoliberal que no fuera simplista respecto a las causas y la cadena de sucesos que llevaron a su ascenso. La restauración del poder de clases en algunos países involucró la creación de nuevos individuos súper ricos, así como también la mantención de otros en la clase alta. Ideológicamente el neoliberalismo se propagó mediante la competencia entre los diferentes territorios por poseer el mejor modelo de desarrollo económico dado “un sistema más fluido y abierto de relaciones comerciales que se estableció después de 1970. Así pues, el progreso general de la neoliberalización se ha visto crecientemente impelido a través de mecanismos de desarrollo geográfico desigual. Los Estados o las regiones más prósperas presionan al resto para que sigan sus pasos. Las innovaciones más rompedoras colocan a éste o aquél Estado (Japón, Alemania, Taiwán, Estados Unidos o China), región (Silicon Valley, Baviera, la Terza Italia, Bangalore, el delta del río Perla, o Bostwana), o incluso ciudad (Boston, San Francisco, Shanghai, o Munich) en la vanguardia de la acumulación de capital.”
Esta cuarta parte en conjunto con la quinta se dedican a la documentación e interpretación del caso a caso de la propagación neoliberal, documentación necesaria para apoyar la tesis central que aunque es sencilla de enunciar, es ardua de fundar. En particular la conclusión de la cuarta parte del libro es:
> Las evidencias reunidas en las páginas precedentes sugieren que el desarrollo desigual fue tanto un resultado de la diversificación, de la innovación y de la competencia (en ocasiones de tipo monopolista) entre modelos de gobiernos nacionales, regionales y en algunas instancias incluso municipales, como una imposición por parte de alguna potencia hegemónica externa como Estados Unidos. Un análisis más desgranado indica que existe un amplio abanico de factores que afectan al grado de neoliberalización alcanzado en cada caso concreto. Los análisis más convencionales de las fuerzas en juego se concentran en cierta combinación formada por el poder de las ideas neoliberales (se considera particularmente fuerte en los casos de Gran Bretaña y Chile), por la necesidad de responder a crisis financieras de varios tipos (como en México y Corea del Sur) y por un enfoque más pragmático de la reforma del aparato estatal (como en Francia y en China) para mejorar la posición competitiva en el mercado global. Aunque todos estos elementos han sido de cierta relevancia, la ausencia de todo análisis de las fuerzas de clase que podrían estar operando en este proceso, es bastante inquietante. La posibilidad, por ejemplo, de que las ideas dominantes pudieran ser las de cierta clase dominante ni siquiera es considerada, a pesar de que hay evidencias abrumadoras de que se han producido potentes intervenciones por parte de las elites empresariales y de los intereses financieros en la producción de ideas y de ideología a través de la inversión en think-tanks, en la formación de tecnócratas y en el dominio de los medios de comunicación. La posibilidad de que las crisis financieras pudieran estar causadas por una huelga de capital, una fuga de capitales o la especulación financiera, o de que sean urdidas deliberadamente para facilitar la acumulación por desposesión, es descartada como demasiado conspirativa, incluso ante innumerables indicios que hacen sospechar la existencia de ataques especulativos coordinados sobre una moneda u otra.
China tampoco estuvo exenta de la fiebre neoliberal, pero ésta fue llevada a cabo a su modo, ya que no tuvo una “terapia de choque”, lo que significó “(…) construir un modelo de economía de mercado manipulada por el Estado que proporcionó un espectacular crecimiento económico (arrojando una tasa media de crecimiento cercana al 10 % anual) y que ha aumentado de manera progresiva el nivel de vida de una significativa porción de la población durante más de 20 años167. Pero las reformas también conllevaron degradación medioambiental, desigualdad social y eventualmente algo que de manera incómoda se parece a la reconstitución del poder de clase capitalista.”.
VI.- El neoliberalismo a juicio
> Los dos motores económicos que han impulsado al mundo a través de la recesión global que se afianzó después de 2001, han sido Estados Unidos y China. Lo irónico es que ambos países han estado actuando como Estados keynesianos en un mundo supuestamente gobernado por reglas neoliberales. Estados Unidos ha recurrido de manera desmedida a la financiación mediante el déficit presupuestario de su militarismo y de su consumismo, mientras China ha financiado mediante el endeudamiento con créditos bancarios de dudoso cobro enormes inversiones en infraestructuras y en capital fijo.
Esta parte se dedica a mostrar que las supuestas “hazañas” del neoliberalismo no son tales y que cuestiones como disminución de la pobreza lo son por el keynesianismo chino y los esfuerzos estatales de la India. La única gran hazaña que tiene el neoliberalismo a su haber es la redistribución de la riqueza, pero hacia las clases altas; ¿cómo ha sido hecho esto?
> En un trabajo previo, he proporcionado un análisis de los principales mecanismos que han sido utilizados para conseguir ésto, bajo el título de «acumulación por desposesión». Esta expresión alude a la continuación y a la proliferación de prácticas de acumulación que Marx había considerado como «original›› o «primitiva» durante el ascenso del capitalismo. Estas prácticas comprenden la mercantilización y privatización de la tierra y la expulsión forzosa de poblaciones campesinas (...); la conversión de formas diversas de derechos de propiedad (comunal, colectiva, estatal, etc.) en derechos exclusivos de propiedad privada (…); la supresión de los derechos sobre los bienes comunes; la mercantilización de la fuerza de trabajo y la eliminación de modos de producción y de consumo alternativos (autóctonos); procesos coloniales, neocoloniales e imperiales de apropiación de activos (los recursos naturales entre ellos); y, por último, la usura, el endeudamiento de la nación y, lo que es más devastador, el uso del sistema de crédito como un medio drástico de acumulación por desposesión. (…) Actualmente, a este listado de mecanismos podemos añadir una batería de técnicas como la extracción de rentas de las patentes y de los derechos de propiedad intelectual, y la disminución o la anulación de varias formas de derechos de propiedad comunes (como las pensiones del Estado, las vacaciones retribuidas, y el acceso a la educación y a la atención sanitaria) ganados tras generaciones de lucha de clases. Por ejemplo, la propuesta de privatizar integralmente el sistema público de pensiones (experimentada por primera vez en Chile bajo la dictadura) es uno de los preciados objetivos de los republicanos en Estados Unidos.
Dentro de esta parte llama la atención la sección “La mercantilización de todo” la cual bebe completamente del trabajo de Polanyi. Llama la atención, ya que Polanyi no era un teórico marxista, era muy crítico de él y Harvey siendo marxista lo utiliza completamente en esta sección que es básicamente una nota al pie de Polanyi en su idea de que “En el centro de la teoría liberal y neoliberal descansa la necesidad de articular mercados coherentes para la tierra, la fuerza de trabajo y el dinero pero, tal y como Karl Polanyi señaló, todo ello, «obviamente, no son mercancías [...]. La descripción como mercancía del trabajo, de la tierra, y del dinero es enteramente ficticia». Aunque el capitalismo no puede funcionar sin estas ficciones, el daño que causa si deja de reconocer las complejas realidades que le subyacen es incalculable.” La flexibilidad laboral es un corolario de transformar al trabajo en mercancía la cual tiene beneficios para algunos, aquellos que tienen los medios para negociar sus condiciones de trabajo, versus la mayoría a quienes “flexibilidad laboral” es lisa y llanamente “precarización”.
La sección “Degradaciones ambientales” me parece innecesaria apuntarla, ya que hoy – espero – es de sentido común la relación directa entre sobrexplotación, sobreproducción y sobreconsumo con neoliberalismo. Finalmente “Sobre los derechos” es especialmente interesante para quienes observan la hipocresía del discurso en favor de una “libertad” que es llevada a otros países a punta de misiles y drones:
> Esta apelación al universalismo de los derechos es un arma de doble filo. Puede y debe ser utilizada sin olvidar en ningún momento los fines progresistas que la animan. La tradición que encuentra sus mayores exponentes en Amnistía Internacional, Médicos sin Fronteras, y otras organizaciones próximas a ellas, no puede ser desechada como un mero accesorio del pensamiento neoliberal. Toda la historia del humanismo (tanto en su versión occidental -clásicamente liberal- como en sus diversas versiones no occidentales) es demasiado compleja como para permitirlo. Pero los objetivos limitados de muchos discursos sobre los derechos (en el caso de Amnistía Internacional hasta hace poco su único objeto de atención eran los derechos civiles y políticos netamente separados de los económicos) hace que sean demasiado fáciles de absorber dentro del marco neoliberal. El universalismo parece funcionar particularmente bien cuando se abordan cuestiones globales como el cambio climático, el agujero de la capa de ozono o la pérdida de la biodiversidad a través de la destrucción del hábitat. Pero sus resultados en la arena de los derechos humanos resultan más dudosos, dada la diversidad de las circunstancias político-económicas y de las prácticas culturales que existen en el mundo. Además, no ha sido nada difícil incorporar las cuestiones relativas a los derechos humanos en calidad de «espadas del Imperio».
VII.- El horizonte de la libertad
La última parte funciona como conclusión, ya que no hay una explícitamente puesta. Desde una perspectiva ideológica dura de izquierda es muy poco satisfactoria, ya que se nota cómo el autor ha cedido a no hablar de un levantamiento de clases por hablar de buscar justicia social dentro del marco de lo posible que deja la lucha de clases. Esto es claro al poner en un mismo párrafo a Smith con Marx:
> Karl Marx, por ejemplo, también sostuvo la opinión escandalosamente radical de que un estómago vacío no era algo apropiado para la libertad. «La esfera de la libertad», escribió, «en realidad comienza únicamente donde acaba el trabajo que viene determinado por la necesidad y por consideraciones mundanas», indicando, por añadidura, que por lo tanto «yace más allá de la esfera de la estricta producción material». Él supo ver que nunca podríamos liberarnos de nuestras relaciones metabólicas con la naturaleza o de nuestras relaciones sociales mutuas, pero que al menos podíamos aspirar a construir un orden social en el que la libre exploración de nuestras potencialidades individuales y como especie se convirtieran en una posibilidad real. Si partimos del concepto de libertad de Marx, y casi con toda seguridad del expuesto por Adam Smith en su Theory of Moral Sentiments, la neoliberalización no podría por menos que considerarse un fracaso monumental. Aquellas personas que son excluidas o expulsadas del sistema de mercado -una enorme reserva de personas aparentemente desechables, privadas de protección social y de estructuras sociales de solidaridad- poco pueden esperar de la neoliberalización excepto pobreza, hambre, enfermedad y desesperación. Su única esperanza es trepar como sea posible a bordo del barco del sistema de mercado bien como productores de pequeñas mercancías, como vendedores en la economía informal (de cosas o de fuerza de trabajo), como pequeños depredadores que piden limosna, roban o, de manera violenta, obtienen algunas migajas de la mesa del rico, o bien como participantes en el enorme mercado ilegal del tráfico de drogas, de armas, de mujeres, o de cualquier otra cosa ilegal de la que haya demanda. (...) En el otro extremo de la escala de la riqueza, aquellos plenamente incorporados dentro de la inexorable lógica del mercado y de sus demandas apenas encuentran tiempo ni espacio para explorar potencialidades emancipadoras fuera de lo que es comercializado como aventura «creativa», ocio y espectáculo. Obligados a vivir como apéndices del mercado y de la acumulación de capital en lugar de como seres expresivos, la esfera de la libertad se encoje ante la terrible lógica y la vacía intensidad de las ligaduras del mercado.
Una democracia dentro del marco de lo posible parece ser la propuesta a la que llega el autor: “Pero es la naturaleza profundamente antidemocrática del neoliberalismo, respaldada por el autoritarismo neoconservador, lo que sin duda debería construir el núcleo de la lucha política. El déficit democrático en algunos países nominalmente «democráticos» como Estados Unidos es actualmente enorme”.
BREVISIMA VALORACIÓN DEL LIBRO
Quizás las obras que se me vienen más rápido a la mente de la misma época (posterior a invasión de Irak, 2003) y del mismo tópico general, sobre el levantamiento del neoliberalismo, son “La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre” (2007) de Naomi Klein y “Confesiones de un sicario económico” (2004) de John Perkins. Ambos libros mencionados palidecen respecto al análisis y complejidad, ya que comparativamente el trabajo de David Harvey tiene el tono moderado de la academia y la búsqueda del conocimiento más que el de colección de anécdotas. Recomendado para quienes no quieran leer “Capitalismo y libertad” (1966) de Milton Friedman, pero quieren saber esencialmente sobre los principios ideológicos del neoliberalismo, y además darse una vuelta en el globo sobre cómo la ofensiva de esta doctrina ha tomado diferentes formas desde Suecia hasta China. Además es muy recomendado para entender en qué sentido, por ejemplo, en Chile la Concertación es un proyecto liberal de derecha, en tanto que su marco conceptual se da después de la victoria global del proyecto neoliberal de restauración de clases. Lo dejo a disposición del sub, ya que me parece un material indispensable dada la contingencia social post-estallido para hacer una resignificación del marco en que se está discutiendo de modo de no caer en los términos que se está haciendo en los espacios institucionalizados de discusión.
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No obstante, mientras que en el caso de los bebés-de 0 a 2 años- pueden llegar a tener rangos de temperatura corporal más elevados que los adultos (para las mediciones de axilas y oídos), se considera normal cuando el bebé tiene una temperatura corporal normal que varíe de 36.6 ºC a 38 ºC (cuando se toma por vía rectal). Es posible que te pida que no le des ningún medicamento para bajar la fiebre hasta que le haya tomado personalmente la temperatura. Si tu bebé tiene más de 3 meses , se comporta normalmente, está ingiriendo líquidos y no presenta ningún otro síntoma de una enfermedad grave, es posible que el doctor te recomiende esperar 24 horas antes de llevarlo a la consulta. Se considera fiebre una temperatura superior a 37’2ºC por la mañana. Se considera fiebre una temperatura superior a 37’7ºC por la tarde. Hay que diferencia entre décimas de fiebre que denominamos febrícula (hasta 37’5ºC), fiebre (a partir de 38ºC) y fiebre de urgencia (a partir de 40ºC). Se considera que el bebé tiene fiebre cuando el termómetro indica que la temperatura está por encima de los 38 grados. Si es inferior a eso se trata de “décimas” o febrículas. Cómo medir la temperatura al bebé. Cuando hay fiebre en bebés, se debe medir la temperatura con un termómetro. Existen cuatro vías por donde se puede medir ... Los estudiosos sostienen que la fiebre se manifiesta cuando el organismo aumenta la producción de glóbulos blancos (leucocitos). Estos glóbulos son necesarios para combatir una infección causada por virus o bacterias. Debido a la actividad de los glóbulos blancos, las células del organismo estimulan a su vez la producción de sustancias llamadas pirógenos endógenos, que literalmente si Un factor que debe tenerse en cuenta es que la temperatura rectal es mayor que la bucal y que la axilar, por lo que al verificar la temperatura se debe verificar siempre en el mismo lugar, siendo el más común en la axila. La temperatura rectal puede ser entre 0,8 a 1ºC mayor que la axilar, y por esto cuando el bebé tiene fiebre de 37,8ºC en la axila, probablemente tendrá a nivel del ... Por ello, es importante que los padres sepan cuándo se considera que un bebé tiene fiebre y cuál es la temperatura corporal normal del bebé antes de acudir al pediatra. Cómo saber si el bebé tiene fiebre. Cuando un bebé tiene fiebre lo más normal es que esté atravesando una enfermedad causada por una infección. Si tu hijo tiene 6 meses o más, dale paracetamol (Tylenol, otros) o ibuprofeno (Advil, Motrin, otros). Lea cuidadosamente la etiqueta para que la dosificación sea la adecuada. Cuándo llamar al médico por un niño. Si tu bebé tiene menos de 3 meses de edad y tiene fiebre, es importante que llames al médico inmediatamente. Tiene una fiebre superior a 105°F (40.5°C), a menos que la fiebre baje prontamente con tratamiento y el niño esté cómodo. Ha estado teniendo fiebres intermitentes hasta por una semana o más, aun cuando no sean muy altas. Tiene otros síntomas que sugieren que se puede necesitar tratamiento para una enfermedad, como dolor de garganta ... Se considera que un niño tiene fiebre cuando la temperatura tomada en la axila está por encima de los 37,1ºC. Hasta los 38,1ºC hablamos de febrícula, si alcanza los 38,5ºC es fiebre leve, hasta los 39º C es moderada y por encima de 39º, es alta. ¿Qué hacer si el niño tiene fiebre? Tener mucha fiebre no siempre significa “mucha enfermedad”. Puede suceder que una infección severa ...

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